Hace unos
cuantos días escribí una entrada dando
mi opinión personal con respecto a la
discriminación política en nuestro país. Como mencioné en mi entrada
anterior, este es un tema amplio, demasiado amplio, tan amplio que si quisiera tocarlo
por completo, no podría saber cuántas entradas más necesitaría; sin embargo,
intentaré concluirla aquí… aunque no
descarto la posibilidad de escribir otra(s) entrada(s) con respecto al tema, o
al menos con temas relacionados.
Pues bien, ya
mencioné antes que todo este asunto de la discriminación está íntimamente
relacionado con otros problemas y/o males sociales que no pueden bajo
ningún motivo ser pasados por alto, entre ellos incluí: el racismo, el sexismo, los
prejuicios, la intolerancia, entre otros. A eso se le puede añadir: la exclusión, la prepotencia, el clasismo,
etc.
Hace poco estuve
conversando con un primo sobre el tema de la discriminación política. La charla
fue bastante grata, ya que concluimos en que había un serio problema en la mente, o mejor dicho, en la cultura (o educación) del venezolano… aunque esto puede aplicar perfectamente para
personas de casi cualquier nacionalidad; pero centrándonos aquí, ¿cuál es ese
problema? El venezolano se cree muchísimo
más de lo que en realidad es. Y no, no estoy menospreciando a los
venezolanos, o diciendo que somos inferiores; me refiero a que muchísimas
personas (en su gran mayoría, los
sectores enfermos de la oposición)
sienten que pertenecen a eso que denominé en mi entrada pasada como “raza
superior”. Esto hace que todo lo que provenga del lado contrario, es decir, los
que apoyan al gobierno, sea automáticamente malo, negativo, inferior,
defectuoso, etc., en algunos casos siendo considerado por ellos: basura o
porquería, y esas dos son palabras muy básicas para todas las maravillas que he leído y escuchado.
Sí, se que
los que estén leyendo esto se estarán diciendo: “Ajá, ¿y los que apoyan al gobierno qué? Ellos no son la máxima
representación del amor, la tolerancia, y todo eso que criticas.” Y es
verdad, tienen razón, por eso hablo
de la mente del venezolano. He visto
muchísimo a personas llamadas “oficialistas” que consideran a los opositores
tal y como mencioné hace pocas líneas, y hasta peor, pero personalmente nunca
he visto que caigan en algo que considero uno de los principales cánceres de nuestra sociedad, y el que más me molesta: el racismo. Eso es algo que me molesta,
pero a la vez me entristece mucho, porque lo considero un pensamiento retrógrado y enfermo, pero es algo que
está sembrado en el corazón de muchísimas personas desde hace muchísimo tiempo…
y sí, a pesar de que algunos digan que aquí eso ya no existe, no es verdad. (¡Cuantas críticas racistas no leí hacia la selección de Ghana en el mundial de fútbol pasado! Y sí, se que no tiene nada que ver con la política, pero tiene mucho que ver con el racismo en Venezuela.)
Volviendo
al tema principal, si a la discriminación por preferencia política (o por ideología
distinta) le agregamos el del racismo, tendremos fácilmente una de las combinaciones
más asquerosas que pueda existir, al menos para mí, y sé que para muchos
también. Un ejemplo claro, reciente y muy real de lo que digo, es el caso de Aristóbulo Istúriz, ex-Alcalde de uno
de los municipios de Caracas, ex-Ministro de Educación, Cultura y Deportes,
ex-Vicepresidente de la Asamblea Nacional, y ahora, en la actualidad,
Gobernador de mi estado: Anzoátegui. Él es un hombre de larga trayectoria
política, ahora díganme, ¿creen ustedes que las personas quienes lo criticaron
(y aún critican), lo hicieron por alguna mala gestión, o aspectos negativos de
sus actividades políticas pasadas? No. Lo critican por su color, única y exclusivamente por su color… llamándolo desde
mono o gorila, hasta negro de [M],
entre otras cosas… y no, no es por cariño. Si Aristóbulo fuera un político de
la oposición, en lugar de estar a favor del gobierno, nadie lo atacaría tanto como lo han hecho hasta ahora.
Échenle un vistazo a estas dos imágenes. Y eso no es nada comparado con todo lo que pueden encontrar.
Lindos
comentarios, ¿no? Pero claro, esto apenas es
la punta del iceberg, como se suele decir. Si estos enfermos (que hoy en día abundan, más que todo en las redes
sociales) tienen esa manera de pensar y se expresan así con tanta tranquilidad
y sin ningún tipo de remordimientos o escrúpulos con
respecto a un Gobernador (ni se diga de lo que decían a diario de Hugo Chávez,
ex-Presidente de nuestro país, fallecido recientemente), ¿qué no dirán de
cualquier persona común y corriente? ¿Qué no dirán de las personas que viven en
los barrios, de pocos recursos, los que no tienen el “lujo” de ser de piel
clara, o de ojos azules, o como dicen: de
real (dinero)?
No es precisamente en Venezuela, pero creo que el mensaje se entiende perfectamente.
Con esto
último, caemos en otro de esos cánceres que mencioné antes: el clasismo. El clasismo es casi lo mismo que el racismo, pero sin
tomar en cuenta el color, sino la clase social. Me atrevería a decir que en
muchos casos, esto podría ser peor
que el racismo mismo, ya que aquí simplemente se discriminan a todas las
personas que formen parte de un grupo,
o clase social (como ya mencioné). Para mí, es el segundo mal social que más me
molesta, y sus características podría decirse que son las mismas que las del
racismo. Me gustaría describir el clasismo, pero siento que redundaría con todo
lo que opiné con respecto al racismo, a fin de cuentas, todos estos cánceres comparten
algunos, o todos, los factores en común: intolerancia,
irrespeto y complejos de superioridad. Sin embargo, todo eso tiene su origen: falta de educación.
Si la educación fuera la adecuada, estos males no existirían (o al
menos irían disminuyendo notablemente con el paso del tiempo), pero nuestra
cultura está demasiado dañada… han
sido años, décadas, siglos, de daños psicológicos que hemos estado sufriendo, y
a algunas personas simplemente no les interesa buscar corregir esto, sino que
siguen viviendo en su mundo de odio e ignorancia, algunos incluso con orgullo.
Ya lo dije en mi entrada pasada, gran
parte del problema, y muchos no se dan cuenta aún, son los medios de comunicación, esos que
deberían tener como propósito entretener, informar y educar, así como transmitir
valores y buenos mensajes, pero no, en su lugar solo difunde desinformación,
antivalores y estimular el consumismo… pero eso ya lo dejaré para una próxima
entrada. Lo importante es que la educación debe
darse en casa, es el lugar donde nacen los buenos valores, principios, y se
forman las personas de bien, de esta manera, podremos lograr ese cambio
cultural que es tan necesario y vital para que en el futuro nuestros hijos y nietos
no vivan en un mundo tan podrido como en el que estamos. Quizás sueño con una
utopía imposible de conseguir, pero estoy seguro que no soy el único quien
espera y desea que sea real un mundo así.
¡La
clave de todo está en la reflexión!
Hablando de Aristóbulo, encontré un vídeo que prácticamente resume gran parte de esta entrada.
Hubo muchos
detalles que no incluí, pero lo pienso dejar para la entrada que publicaré el sábado
o el domingo con respecto a la elecciones presidenciales.
¡Gracias
por tomarte el tiempo de leerme!
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