5/8/13

Reflexión: El choque contra la realidad.



Uno de los momentos más duros en la vida, es cuando ocurre un “choque contra la realidad”. Suelo usar este término para referirme al instante en el que la realidad nos alcanza y no es posible evitarla; es decir, cuando finalmente vemos una verdad, llegando a ese punto donde nos damos cuenta que anteriormente no estábamos viendo más que una versión disfrazada, falsa, errónea, equivocada, etc., de algo.

Todos hemos tenido alguna vez un “choque” de este tipo, algunos quizás con cosas sencillas, otros con cosas más fuertes… pero es difícil (considero más apropiada la palabra “imposible”) que una persona no haya pasado por un momento de estos… al menos que haya nacido aprendido y con conocimientos absolutos sobre todo, cosa que no considero posible, desde luego.


Hay tantas maneras en que una persona puede darse un golpe contra la realidad, pero a mi mente viene un simple ejemplo que ayudará a ilustrar un poco lo que les digo:

Una persona sufre una enfermedad severa, incurable, o que ya está en un nivel avanzado. El enfermo, así como sus familiares o amigos, piensan que cierto tratamiento especial puede curarlo, salvarlo, o mejorar su condición notablemente. Todos creen fielmente que el tratamiento servirá y lo ayudará, de hecho, lo creen tan fielmente que serían capaces de llegar a apostar todo lo que tienen a que así suceda. ¿Se pueden imaginar esa alegría que la persona enferma y sus familiares pueden sentir? Todos comienzan a sentir ese alivio, esa sensación de seguridad al creer que las cosas saldrán bien. Imagínenselos a todos luchando, esforzándose y cooperando juntos para superar en unión esta enfermedad; imagínense todo lo que pasó por la mente de estas personas (incluyendo obviamente al enfermo) una vez que la enfermedad hubiera sido curada con aquel tratamiento en el cual todos tenían sus esperanzas puestas… pero no, las cosas no salen como se esperan, el tratamiento no funcionó como se esperaba y el enfermo falleció.

En ese momento es cuando comienza a ocurrir el choque contra la realidad. Ahí es cuando nos damos cuenta que todas esas esperanzas que teníamos en la curación del enfermo no sirvieron de nada más que darnos un poco de alegría y algo en qué creer. Pero el proceso no es rápido y sencillo, todo lo contrario… y esa es la parte dura: la realidad nos golpea y nos dice: “Las cosas no siempre salen como uno quiere que salgan”, y aún así, muchos aún no aceptamos lo que sucedió, de hecho, no lo creemos… pensamos que es un sueño y que pronto despertaremos de él. Aún viviendo un momento duro como este, lo más seguro es que no nos afecte, duela o haga sentir mal… comienzan a surgir emociones que no deberían surgir, y hasta podemos reírnos de cualquier cosa. Ahí nuestros sentidos ya dejaron de estar en su lugar, porque el conflicto en nuestra mente aceptando y rechazando la realidad está llevándose a cabo, y no se detendrá tan fácil.

Dependiendo de la persona, este conflicto puede ser muy breve, o muy extenso. La pregunta que más vienen a nuestras mentes suele ser: “¿En realidad esto está pasando?”, pero no conseguimos una respuesta, aún sabiéndola. Nuestro cerebro se niega a aceptar lo que pasó, por lo general debido a toda esa fe y esperanzas que teníamos antes que ocurriera el hecho… y también porque todo pasó muy rápido. Pero como dije, cada persona asimila la realidad de una manera diferente, y mientras uno está aún pensando y buscando la respuesta a la pregunta de si lo que ocurrió es verdad o no, otros ya pudieron haberlo aceptado. Es ahí cuando vemos la tristeza, el dolor, la desesperación y el sufrimiento de los que ya chocaron contra la realidad que nosotros aún no terminamos de aceptar… pero aún así, aún viendo eso, puede que todavía no terminemos de chocar. Pasa el tiempo, que pueden ser minutos, horas, días, o más, y aún no creemos lo sucedido, aún no chocamos… pero en el fondo sabemos que es algo que más temprano que tarde ocurrirá.

Observamos a las demás personas, y vemos que muchos están aceptando las cosas, y nosotros comenzamos a darnos cuenta que no es un sueño o una ilusión lo que estamos viviendo, pero no terminamos de aceptarlo, una parte de nosotros aún se niega. Ya las bromas o las risas que podían salir antes, no son iguales… la gracia de muchas cosas comienza a perderse, y sentimos con el pasar del tiempo una sensación incómoda que no podemos describir, un sentimiento extraño. Comenzamos a ponernos un poco serios, no queremos estar cerca de los demás, nos alejamos y pensamos en lo que está pasando, ahora sin humor, sin tanta negación… ya estamos cerca, mucho más de lo que creemos.

El momento llegó. Nos damos cuenta que no es irreal lo que está sucediendo, y lo aceptamos, muy lentamente, pero lo aceptamos. Ahora comprendemos lo que sienten los demás, sabemos lo que pasa por sus mentes. Se rompe ese “límite” que teníamos, y ya nada lo puede detener… La realidad finalmente llega a nosotros. Comienza a sentirse la tristeza, el dolor, la desesperación y el sufrimiento que estuvimos viendo desde el comienzo, pero que no podíamos comprender. La confusión desapareció por completo, y comprendemos lo que pasó. Atacan los recuerdos, recuerdos quizás de toda una vida, recuerdos que creíamos perdidos, muchos de esos aparecen en este momento… pero los recuerdos que más nos llegan a la mente son de esos momentos en los cuales pensábamos que todas las cosas iban a salir bien, que íbamos a tener más tiempo para compartir con esa persona por la cual ahora todos están tristes. Entonces es cuando surge otra pregunta en nuestras cabezas: “¿Por qué?”, y esa, esa es una pregunta no se irá pronto, y lo peor de todo, es que nunca tendrá una respuesta. Aquí, en este punto, en este momento, y sin habernos dado cuenta, es que finalmente chocamos contra la realidad.


A la final creo que me inspiré más escribiendo esa historia que comentando mis opiniones con respecto al tema, de hecho, perdí completamente el “rumbo” de lo que pensaba transmitir con este tema… pero aún así estoy seguro que muchos se sentirán identificados con lo que escribí anteriormente y podrán sacar algún provecho de eso. ¿Cuál es el mensaje final? No lo se, esto es una simple reflexión… aunque más que eso, son recuerdos míos muy íntimos.

Lo único que puedo decirles, es que muchas personas prefieren quedarse encerradas en sus ilusiones, en lugar de ver las cosas como son. Yo lo he hecho muchas veces, y en muchas ocasiones me he arrepentido de eso. Tener una falsa sensación de seguridad evitando abrir los ojos, es algo placentero al principio, pero mientras más tiempo estemos escondiéndonos de la realidad, el impacto contra ella una vez que nos alcance será mucho más grande. No es fácil abrir los ojos, y mucho más si sabemos que al hacerlo seremos dañados, pero en muchos casos deberíamos buscar hacerlo, será mucho mejor. No hay una fórmula, técnica, o manera para hacerlo más fácil o rápido, eso dependerá de nosotros mismos...

Gracias a los que se tomaron un tiempo para leer estos párrafos que quizás para muchos no tenga mucho sentido, a pesar de tratarse de una historia real...