18/9/12

Encuentro Arcadiano - CCS 2011

Si alguien me preguntara, por ejemplo: “Oye, ¿qué hiciste el martes pasado a las dos de la tarde?”, seguramente tendría que pensar un poco para poder responder, y conociéndome, no recordaría exactamente qué hice a esa hora. Sin embargo, si la pregunta fuera: “¿Qué hiciste el año pasado?”, mi respuesta sin duda sería: “¡Pasé sin duda uno de los mejores días de mi vida!

¿A dónde voy con esta extraña introducción? Pues es muy simple: hay momentos de nuestras vidas que podemos olvidar fácilmente, otros no. A veces puede sorprendernos lo rápido que pasa el tiempo. Hace tres días pensé: “¿Realmente ya pasó todo un año pasó desde ese gran día?” Pues sí, así es. Pero... ¿qué pasó hace un año? Les contaré:

Hace un año (y cuatro días, si tomamos en cuenta que ya es 18 de septiembre y que este año es bisiesto), hice un viaje a la capital del país. El viaje tuvo dos propósitos:

  1. Ver a mi banda favorita en concierto, y...
  2. Conocer a dos personas muy especiales (aunque el término “conocer” está mal usado, ya que a ellos los conozco desde hace bastante tiempo a través de Internet, y a una de esas dos personas ya la había visto una vez, aunque fue un encuentro extremadamente breve).

El viaje a la capital era uno que tenía mucho tiempo queriendo hacer, pero no se me había presentado la oportunidad; pero entonces la magia ocurrió: ¡Mi banda favorita, Blind Guardian, venía a nuestro país! Pero no les hablaré de ese evento inolvidable, porque ya lo hice en una entrada anterior, así que me centraré en la otra parte del día (o de los días), a lo que llamaré a partir de ahora: “El Gran Encuentro Arcadiano” (como se ve en el título).



El 15 de septiembre era el día. El evento era en la tarde/noche, así que tendríamos toda la mañana y parte de la tarde para perder el tiempo en Caracas con esas personas. Mis dos acompañantes prácticamente no los conocían, así que yo fui una especie de mediador entre ellos. Si les soy sincero, me atrevería a decir que para mí fue bastante difícil “romper el hielo”, ya que a pesar de la excelente comunicación que he tenido con ellos, no es muy sencilla la transición entre la comunicación a través de Internet que en persona. De hecho, al principio me sentí hasta incómodo, pero a la vez alegre, es un sentimiento que no puedo describir fácilmente con palabras.

La verdad, podría escribir muros y muros de texto describiendo mis impresiones de ese encuentro, pero pienso que sería mucho más apropiado copiar algo que ya escribí en otro lugar:
¿Qué puedo decir de este encuentro? ¡Fue espectacular! Obviamente (al menos yo) estaba muy nervioso al comienzo, es decir, es difícil conocer en "vivo y directo" a dos personas con quienes te la llevas de una forma muy especial, pero a quienes nunca habías visto de otra forma que no sean fotos. Para mí fue difícil al principio, pero poco a poco se fue "rompiendo el hielo" y a la final la pasamos de una forma bastante agradable, amena e indescriptible. (...) Todos nos la llevamos demasiado bien. Compartimos y caminamos bastante, recorrimos Caracas, y aún así todo fue tan rápido que, al menos yo, quedé con ganas de pasar más tiempo con ellos. Recorrimos media capital, y sobrevivimos a pan y agua. (...) ¿Qué más les puedo decir? Ambos son excelentes personas (aunque eso ya lo sabía), muy atentas y agradables. Son de esas personas a quienes quisieras ver todo el tiempo, y las que te hacen pensar cosas como: “¿Por qué caraj* vivimos tan distantes?” (Las partes en negritas fueron alteradas del texto original por la inclusión de apodos y/o seudónimos que no vienen al caso.)

En realidad, mi opinión de ellos no ha cambiado en absoluto desde entonces (y eso lo escribí el 18 de septiembre, es decir, aproximadamente dos días después del último día del encuentro); por el contrario, durante este año que ha pasado he reforzado mucho más mi amistad con esas dos personas, a pesar de que desde entonces no nos hemos visto más en persona. Espero que pronto pueda ocurrir un segundo encuentro, esta vez con más tiempo para compartir y pasarla bien.

Lo interesante del asunto es que, a pesar de que mi amistad con ambas personas comenzó por tener gustos similares y compartir el mismo espacio en algunos sitios web, lo último de lo que solemos hablar desde hace bastante tiempo es precisamente de eso, es decir, no somos amigos simplemente por compartir los mismos gustos y ya, sino que la cosa va más allá, todo se basa en la compenetración que hay entre nosotros, en la confianza que nos tenemos y la facilidad para conversar de cualquier tema, así como la disposición de ayudarnos mutuamente.

Esto me hizo (y aún hace) pensar mucho en que las amistades por Internet pueden llegar a ser iguales, o incluso más fuertes que las que se tienen con personas del “mundo real”, es decir, las que vemos día a día. Una de esas dos personas ha comentado mucho al respecto, y es algo completamente lógico: ¿por qué es algo imposible de creer que una persona se la pueda llevar tan bien con otra por medio de Internet? ¿Acaso esas personas con quienes nos comunicamos a través de una computadora no son también personas como nosotros? ¿Qué impide que la comunicación entre nosotros y ellos pueda ser tan fuerte que se cree un vínculo (o sentimiento) superior al que tenemos con personas con quienes convivimos a diario? Algunos ven como algo “descabellado” que una persona se involucre demasiado con otra que está distante, y tal parece que mientras la distancia es más grande, más críticas negativas reciben. Personalmente nunca he recibido críticas al respecto, pero he escuchado de muchos casos donde sí han surgido comentarios negativos, e incluso hasta ofensivos. Pero bueno, no quiero desviar el tema hablando de las amistades o relaciones a través de Internet, así que para concluir ese tema sólo diré algo que a estas alturas debería ser algo obvio: el Internet es tan solo un medio de comunicación más, y quienes lo usamos somos personas, como tú, o como yo. Para mí, las buenas relaciones (amistad, romance, etc.) se basan en la comunicación, el respeto y la confianza, y siempre he pensado que no se necesita estar frente a otra persona para poder tratarla con estos valores, así que si hay una buena comunicación, respeto y confianza a través de Internet, ¿por qué no puede desarrollarse una buena amistad o incluso un romance utilizando este medio? Uno de mis amigos escribió una vez algo sobre este tema en su blog, mucho mejor explicado y redactado, pero en este momento no logré encontrar esa entrada.

Soy del tipo de persona que tiene pocos amigos, y no es algo de lo que me queje, al contrario; antes tenía muchos amigos (o al menos antes decía tener muchos), pero la mayoría me ha demostrado que sólo recuerdan que uno existe cuando están necesitados o tienen problemas personales. Luego de recibir nuestra ayuda, vuelven a sus vida y se olvidan de uno hasta que vuelven a estar en una situación que les afecte. Comprendo que cada quien tiene su vida, sus preocupaciones, y sus cosas a las cuales dedicarle su tiempo, pero eso no justifica el tener que olvidarse de esas personas con quienes antes había bastante interacción y recordarlos únicamente cuando necesitamos ayuda o un favor, eso es algo muy egoísta.

Y pues, para no extenderme demasiado con esto (se supone que esta entrada debí haberla publicado hace tres días), concluiré redundando prácticamente todo lo que ya mencioné en mis párrafos anteriores: esos dos días fueron unos de los más importantes que he tenido. Sin tomar en cuenta las aventuras, momentos macabros, agotamiento físico y todo eso, ambos días fueron y serán completamente inolvidables. Deseo que pueda repetirse pronto, se que es un poco complicado, pero realmente espero que pueda ocurrir... porque, ahora que estoy recordando un poco el día que nos fuimos, se me hace un poco complicado tratar de describir por escrito esa tristeza (o sensación de vacío) que se siente cuando tienes que despedirte de un par de personas a quienes aprecias bastante y quienes fueron totalmente atentas contigo (y con un par de “extranjeros” más)... especialmente cuando el tiempo transcurrió tan rápido que hubo ganas de compartir más.

Así que, para terminar, le dedico esta entrada cursi a esas dos personas especiales: ¡Gracias por todo, Andy y Andrea! Espero que podamos vernos de nuevo para partir otra vez la capital en dos, esta vez por más tiempo.

Por cierto, pensaba colocar fotos, imágenes, y recuerdos de ese día, pero los interesados ya sabrán donde y cómo ver esos documentos históricos.