2/6/12

La Consciencia - Parte 1


Si hay algo que siempre he dicho, y que difícilmente algo me hará cambiar de opinión, es lo podrido e irreparable que está la sociedad hoy en día. Siempre he sido de los que piensan y creen firmemente que nunca se verá una mejoría de las malas situaciones en las que nos encontremos si no hacemos un cambio nosotros mismos. Bien lo dice la canción “Man In The Mirror” de Michael Jackson:

Si quieres hacer del mundo un lugar mejor, mírate en el espejo y entonces haz un cambio.


Para mí, esto es una especie de regla o mandamiento que trato de seguir en la medida de lo posible todos los días de mi vida... ¡porque no es algo imposible de lograr! Todos podemos hacerlo si tenemos una determinación alta y firme. De hecho, pienso que quienes no siguen esta regla, estarán destinados al fracaso, ya que si ellos no cambian es porque esperan que los demás lo hagan, o que el mundo se adapte a ellos; y si algo es una realidad, es que en la gran mayoría de los casos nosotros somos quienes nos debemos adaptar al mundo, no el mundo a nosotros.

Por ejemplo: he conocido personas quienes creen que todo mejorará mágicamente si sus líderes o si el sistema cambia; es decir, suelen pensar de esta manera: “Si la cerca de la plaza está rota, eso es culpa de las autoridades quienes no la han reparado. Hay que sacarlos y poner gente capaz, es la única manera que las cosas funcionen como deben.” Ahora, ¿está mal decir que las autoridades son malas y que la cerca rota es responsabilidad de ellos por su falta de atención? Por supuesto que no, después de todo, puede ser cierto, quizás las autoridades en ese caso ficticio no sirva para nada y esté formada por gente incompetente quien no le presta atención a los problemas de la comunidad, pero... ¿ahí acaba todo? ¿No hay algo que podamos hacer nosotros mismos por arreglar esa cerca? Cuando llegamos a un estado en el que dependemos enteramente de algo para resolver cualquier tipo de inconveniente que tengamos, ahí hay un problema. Nosotros también tenemos el poder para resolver nuestras incomodidades.

Muchos de nuestros problemas pueden solucionarse acudiendo al lugar correcto en el momento correcto.


En esta vida he conocido todo tipo de personas, desde las más trabajadoras y fuertes, hasta las más flojas y débiles. Cuando hablo de fuertes o débiles, es obvio que no hablo de fuerza física, sino de fuerza espiritual, fuerza para lograr las cosas que se propongan... lamentablemente, he conocido más del segundo tipo que del primero.

Hay personas quienes hacen sacrificios enormes y se esfuerzan de gran manera para lograr sus objetivos y metas en la vida; sin embargo, existe la el lado opuesto de este tipo, el cual es el tipo de personas quienes viven simplemente “dejándose llevar por la corriente” y dependen del movimiento de otros para progresar en la vida. Por lo general, estos últimos no suelen tener aspiraciones reales, es decir, no piensan en el futuro, sino que viven únicamente el presente. También están los que lo tienen todo y por eso no tienen motivos para esforzarse. Estos pueden llegar a ser los peores, ya que la gran mayoría de estos no piensan en los demás y únicamente les importa su propio bienestar... que aclaro, no es que esté mal pensar únicamente en tu bienestar, después de todo, y como dije en mi entrada anterior, ¿dónde está decretado que debes ayudar a los demás? ¿Quién te va a obligar a hacerlo? Aun así, me parece una actitud bastante egoísta.


Es como el caso que me ocurrió ayer en la mañana: Voy caminando por la calle y observo a una señora con su hijo que van caminando delante de mí. El niño anda tomándose un jugo de esos cuyo envase es de cartón. Cuando acabó con él, el niño le da el envase a su madre, y ella le dice: "Tíralo ahí." Ahora, la historia fuera buena si el "ahí" al cual se refirió la señora hubiera sido un depósito de basura, pero no, "ahí" era el suelo, a lo cual el niño obedientemente hizo caso y arrojó el envase al suelo. Siempre que veo eso en la calle termino indignándome, y le dije muy sutilmente: "Señora, a su niño se le cayó el envase de jugo.", a lo que la mujer me respondió: "Si, seguro que la calle está muy limpia." en obvio tono sarcástico. Ahora, ¿la señora tenía razón al responderme así? Lo que dijo en cierto modo era cierto, ese sector de la calle es un desastre: hay un exceso de bolsas de basura en un solo lugar, varias bolsas están rotas (ya sea por animales callejeros que buscan alimento, o por cualquier otra causa), y muchos desperdicios están regados por las calles y aceras. Bajo esas circunstancias, sus palabras fueron en cierto modo correctas, ¿no? ¿Pero dónde queda la consciencia? ¿Dónde queda la educación y los valores? Cuando era un niño siempre me decían que no arrojara basura en las calles, y que guardara lo que pensaba botar hasta que consiguiera un depósito de desperdicios. ¿Acaso a todos no les enseñan lo mismo en la escuela o en sus hogares? ¿Por qué la ignorancia? Eso es algo que realmente no comprendo. ¿Pero saben qué es peor? Que la gente que haga eso se queje cuando otros lo hacen en zonas que a estos les afecte. Si te gusta arrojar basura en la calle, ¿con qué moral te quejas de los que botan basura en frente de tu casa? Eso es ser hipócrita.

 Si todos arrojan basura inconscientemente a la calle, nadie se debe quejar de esto.


Pero lo malo no acaba ahí, sino que una vez que el mal está hecho y nuestras calles son iguales a la de la foto, ¿qué creen que es lo primero que se escucha al momento de quejarse? "¡El aseo urbano no está cumpliendo su trabajo!", "¡Las autoridades no sirven!", "¡Miren cómo nos tienen!", "¿Para esto pago mis impuestos?". Irónico, ¿no?

Así es la mayoría de la gente en la actualidad, y eso no sólo aplica con la basura, o con las quejas por algún servicio defectuoso, aplica con todo. ¿Por qué no crear consciencia? ¿Por qué no esforzarnos por mejorar el mundo? ¿Por qué no nos miramos en el espejo y hacemos un cambio?

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