22/10/14

Lo que nos decían cuando éramos niños..



Recuerdo que desde que era pequeño, muy pequeño, mi madre siempre me decía las cosas que ella consideraba correctas para poder crecer siendo una buena persona. Recuerdo todas esas palabras que me dedicaba, cada uno de sus regaños, cada una de sus lecciones… todo eso no ha abandonado mi memoria, a pesar de que en aquellos años no lo tomaba del todo en serio, o en muchas ocasiones la solía desobedecer.

Muchos de los que estarán leyendo esto quizás hayan pasado por lo mismo que estoy relatando, quizás otros no. Mi madre siempre le dedicó el 100% de su atención, tiempo y energías a mi persona, a mi crecimiento sano, y a mi formación… pero puedo comprender muy bien que no todos fueron criados de esa manera. Quizás algunos de sus padres no tuvieron tiempo para ustedes, ya sea por trabajo, por estudios, por otras responsabilidades, etc… y sí, también por irresponsabilidad o desinterés.

Esto puede variar dependiendo del nivel de madurez de la persona más que de la edad, pero muchos no suelen siempre escuchar o apreciar las palabras y el tiempo que nuestros padres nos dedicaban al hablarnos y decirnos las cosas que eran buenas o malas. En mi caso, siempre hice lo que se me enseñó que era correcto, a pesar de que en más de una ocasión cometí varios errores producto de mi inmadurez, rebeldía, o por simple ignorancia. Lo bueno de eso, es que esas situaciones me ofrecieron mucha experiencia, y con el tiempo fui aprendiendo sobre la vida.

Sin embargo, aprender y darse cuenta de ciertas cosas no siempre es algo placentero. A veces las lecciones que nos da la vida son tan grandes que nos hacen pensar y reflexionar sobre lo que nos dijeron nuestros padres en algún momento del pasado. Quizás lo hicieron para no desmotivarnos, para no hacernos vivir con miedo ni temores, para proteger nuestra cordura y tener un motivo por el cual luchar contra la vida… ¿A qué me refiero? A la diferencia entre lo que nos decían, y la manera como realmente funciona el mundo.



¿No se han puesto a pensar en las cosas que nos decían nuestros padres, tíos, abuelos, representantes, hermanos mayores, etc. cuando éramos pequeños? ¿Esas cosas que con el tiempo nos comenzamos a dar cuenta que eran mucho más complejas, difíciles y duras? Por dar algunos ejemplos:


  • El estudio lo es todo. Si estudias, ya serás alguien en la vida.
  • Todo lo que haces se te devuelve.”, o su variante directa: “Si haces el bien, recibirás cosas buenas; si haces el mal, recibirás cosas malas. 
  • No hay nada más importante que la familia. 
  • La fe lo puede todo.




Esas, entre muchas otras cosas, son frases que muchos llegamos a escuchar de pequeños. Hay muchas otras más, por supuesto, pero creo que se entiende la idea.


Pues bien, una vez que crecemos, comenzamos a darnos cuenta que no todo es tan simple como nos lo dijeron alguna vez. Es como si nos hubieran dado una respuesta corta o un motivo simple a una explicación que es más grande de lo que parecía. Usemos esas mismas frases como ejemplo:


  • El estudio lo es todo. Si estudias, ya serás alguien en la vida.”
 
Esta es quizás la segunda frase que más nos dijeron a todos, y no es para nada algo falso… pero hay un par de detalles que al momento de crecer y tener que enfrentarnos a la vida, nos damos cuenta que estaban “escondidos”:

El estudio no solo se basa en aprendizaje de “conocimientos y saberes” (lo que comúnmente es llamado educación formal). Sí, desde luego que es muy importante y vital para quienes estudian con la finalidad de ejercer una profesión, o buscar ser pionero en algo que requiera de conocimientos técnicos, eso no se discute; sin embargo, hay un tipo de educación que, al menos yo, lo considero más importante y necesario, muy especialmente en este país: valores, moral y ética (también conocida como educación informal).

La educación formal es importante, pero no es todo lo que necesita saber en la vida.



        Mientras más me relaciono con el mundo exterior, más voy notando que hay muchísimas personas sin valores, personas que son capaces de sacrificar a sus familiares y amigos, solo para obtener lo que quieren; personas que no conocen el significado de la palabra respeto o modales; personas que mienten sin escrúpulos, personas que ven lo material sobre todo lo demás y que son capaces de hacer cosas malas para conseguirlo, personas que no saben trabajar en equipo, que creen que son mejores que otras, personas que discriminan, etc.

        Yo siempre he dicho que tú puedes ser un experto en cualquier tema, tener las mejores calificaciones a lo largo de toda tu vida, haber hecho miles de cursos, disponer de un título universitario que te certifique como un profesional, e incluso tener un trabajo donde ganes todo el dinero del mundo y no tengas preocupaciones durante el resto de tu vida... pero si careces de humildad, eres egoísta, te aprovechas de los demás, mientes, engañas, no respetas la confianza que otros te ofrecen, maltratas a las personas, discriminas, eres intolerante, soberbio, prepotente, etc., automáticamente comienzas a perder valor. No importa el rango o estatus social que tengas, ante mis ojos no vales nada, así de simple.

        Y eso que no incluí todos los detalles de la aventura que representa conseguir un buen trabajo aquí en nuestro país, muy especialmente con el asunto de las famosas "palancas", el cual destruye por completo la frase "Estudia y serás alguien en la vida".

 
Enseñarles valores a los niños es vital para que recorran un buen camino.



  • Todo lo que haces se te devuelve.” y Si haces el bien, recibirás cosas buenas; si haces el mal, recibirás cosas malas.
Eso fue algo que nunca dejé de escuchar de pequeño (e incluso de adulto lo sigo escuchando). Hasta hace un par de años esa era una de las cosas que siempre tenía en mente al momento de hacer cualquier cosa… pero varios sucesos me hicieron darme cuenta que esa “regla” no es tan sencilla como se escucha: personas que viven haciendo cosas buenas, nunca han lastimado a nadie, y buscan lo mejor para los suyos, a la final terminan siendo traicionadas de las peores maneras posibles. Estos sufren cosas que nunca se llegaban a imaginar que les podría llegar a suceder, y la pregunta más recurrente en sus mentes es “¿Por qué?”, “¿Por qué a mí?”.


Por otro lado, ocurre todo lo contrario: personas que lastiman a los demás, que los traicionan, los engañan, etc., terminan recibiendo cosas tan buenas que lo primero que genera es sorpresa. Siempre se salen con la suya de alguna manera u otra, y puede que incluso sus vidas lleguen a su fin sin haber recibido algún castigo por todo ese mal que dieron.

Pareciera que más son los recompensados los que hacen cosas malas que los que hacen cosas buenas. Irónico, ¿no? Por supuesto, hay excepciones, como en todo, pero eso es lo más común.




  • No hay nada más importante que la familia.

A mí nunca me dijeron mucho esto cuando pequeño, y mi propia experiencia (y lo que he visto de otros) me ha demostrado que esta es quizás una de esas cosas que menos se cumplen de todas.

Si algo aprendí en los últimos años con respecto a las relaciones familiares y las relaciones amistosas, es que las segundas pueden llegar a ser mucho más profundas y sólidas que las primeras. Ejemplo sencillo: mis mejores amigos, confidentes, personas a las que les puedo contar cualquier cosa con total comodidad, mis problemas, mis sueños, mis penas, mis alegrías, mis logros, mis fallos, etc., no son familia mía. Por supuesto, afortunadamente en mi caso, tengo una muy buena relación con mis familiares también, y muchos de ellos son personas como las que acabo de mencionar, pero mi punto se mantiene: la mayoría de esas personas, son amigos, personas que conocí tanto como hace muchos años, hasta personas que he conocido en los últimos años.
 
      La mayoría de esas personas son de otros lugares, personas distantes, tanto de fuera de la ciudad, del estado, e incluso fuera del país. Con ellos logré desarrollar lazos y vínculos realmente fuertes que han trascendido el tiempo y las distancias, y siempre me he sentido muy feliz por ello… así a veces pierda el contacto con ellos por distintas razones. El hecho es que siempre que logramos volver a hablar después de días, semanas, e incluso meses de ausencia, es como si el tiempo no hubiera pasado en absoluto. A algunos puedo verlos frecuentemente, a otros los he visto una o dos veces, y a otros nunca los he visto en persona, pero la unión sigue siendo firme e inquebrantable… en cambio, he sabido de casos donde la misma familia se tratan por obligación, son muy distantes, y lo único que las une son familiares en común (por lo general un abuelo o abuela)… o también materiales u objetos en común. Y hay casos peores, donde la misma familia se agrede, hace daño, ofende y busca perjudicar a los demás a tal grado que se convierten en completos enemigos.


 
Y a la final, el amor familiar genera noticias románticas y adorables como esta.



Por eso digo, para mí los lazos de sangre no significa nada, así como tampoco representa nada un apellido en común… lo que realmente tiene valor es el trato que esas personas se den, el respeto que se tengan, la confianza, y la sinceridad.
  

  • La fe lo puede todo.”

Esta definitivamente es la primera de las frases que seguramente llegamos más a escuchar alguna vez, la más repetida, muy especialmente para los que nos criamos en ambientes religiosos.

Para no desviarme mucho del tema (porque la religión es un asunto muy complejo y sensible como la política), esta fue la cosa que escuchaba de pequeño que más noté su diferencia con respecto a la realidad. Recuerdo hace tiempo haber visto una especie de caricatura tipo comic en una red social donde aparecía un doctor y un paciente en una habitación del hospital. El doctor le preguntaba al paciente que cómo se sentía, y el paciente le respondía “Bien, gracias a Dios quien me mantiene vivo y me está ayudando a mejorar”. Entonces el doctor le quita el medicamento que está recibiendo el paciente por vía intravenosa y dice: “Bueno, ya que Dios está ayudándolo, vamos a darle este medicamento a alguien quien en realidad lo necesite”, mientras se aleja de la cama dejando al paciente atrás muriéndose y poniéndose verde. Es un chiste medio cruel, pero refleja algo que siempre he considerado inapropiado.


 
Nunca en mi vida he escuchado un diálogo como este.



¿Cuál es la moraleja? Algunas personas le dan tanto crédito al ser en el que creen, a sus dioses, ángeles, santos, vírgenes, amuletos, piedritas, y demás, que ignoran por completo el esfuerzo y tiempo de las personas que están ahí ayudando de verdad (en este caso, médicos, doctores, enfermeras, etc., pero también aplica para cualquier otro caso). Es lo mismo que con esto:


 
“Muchas gracias, señor.”



Es como esas situaciones de personas quienes en su vida fueron ladrones, drogadictos, asesinos, etc., y de repente de un día a otro aparecen “renovadas”, pero a la final vuelven a sus viejas andanzas, o se escudan tras la religión para seguir haciendo lo mismo que antes. No digo que todos sean así, pues muchos sí logran hacer un cambio real, pero de ese cambio he visto bastante lo siguiente: se vuelven tan dependientes de la religión, que consideran que el 100% del éxito conseguido por sus logros no se debe a ellos mismos o a sus capacidades, sino a un “ser superior”… esto, para mí, muestra un autoestima muy baja. Pero bueno, ese es otro tema.

Lo que quiero decir a fin de cuentas (siento que me desvié otra vez) es que hay muchas cosas que son logradas por la voluntad, esfuerzo, dedicación, constancia, sacrificio, tiempo, dinero, etc. propio (o de otros), pero para muchos es más fácil decir “Gracias a Dios (al cual, dependiendo de la religión, se puede reemplazar por Señor, Jesucristo, Jehová, Yahvé, Buda, Alá, Zeus, Ra, Goku o Superman)”. Y ni se diga de los doble moral, esos quienes son terribles personas, pero realmente sienten que son unos santos debido a su fe… de esos conozco a unos cuantos.

 
"Una buena persona". ¿Doble moral? ¿Dónde?





Hubo muchos otros temas que tocar, pero creo que con esos cuatro ejemplos se logró enviar el mensaje. 

En fin, a veces pienso en qué hubiera ocurrido si desde pequeño me hubieran dicho cosas como: “La vida es dura y nada de lo que hagas te garantizará un futuro. Sufrirás bastante para conseguir las cosas que quieras, y en ocasiones el mundo entero se pondrá en tu contra. Podrás tener amigos, familiares y seres cercanos, pero cualquiera de ellos puede darte una puñalada por la espalda y traicionar tu confianza sin el más mínimo arrepentimiento. Incluso las personas quienes más te harán promesas, serán las primeras en herirte”. Supongo que así hubiera crecido con una defensa mental extra... o quizás hubiera crecido con depresiones y pesimismo en su máxima expresión.

Bueno, eso es todo por ahora… espero no tener que esperar meses para hacer otra entrada. Por cierto, se la dedico a mis amigos y familiares con quienes se que puedo contar, y a mis dos o tres lectores, ¿y por qué no? También a esas personas quienes de alguna manera u otra me han lastimado, pero al mismo tiempo hecho aprender sobre la vida.