10/9/13

"Para proteger y servir."

Hace más de un año vi algo que me puso a pensar en la “eficiencia” de ciertos proyectos que deberían mejorar ciertas situaciones, pero que en realidad no todo es tan bonito como parece. Quería escribir al respecto, pero con tantas cosas que tenía en mente en ese entonces, se me olvidó por completo; afortunadamente, un vídeo reciente que vi me hizo recordar ese evento y decidí finalmente contar ese evento, y dar una pequeña opinión al respecto.

Cuando escuché por primera vez el asunto de la creación de la PNB (Policía Nacional Bolivariana), me pareció una idea interesante. La manera como se describe, es decir, el origen de su creación, me pareció una gran idea. Quizás pequé de ignorante, pero me pareció un proyecto bastante bueno, justo y apropiado para que haya “sangre nueva” en los cuerpos policiales, y las cosas pudieran mejorar un poco con respecto a la criminalidad, y demás. Realmente me pareció una muy buena idea… incluso, consideré mucho el unirme para poner mi granito de arena, realmente lo pensé mucho. Quizás me hubiera unido si no tuviera ciertos problemas de salud. Pero bueno, a la final nada más bastó ver un hecho no muy agradable para comenzar a tener mis dudas sobre lo “casi perfecto” del proyecto. 

Repito, como idea, el proyecto tiene buenas intenciones y se escucha bien… sin embargo, aquí en Venezuela  estamos acostumbrados a que las ideas nunca se materializan de la manera correcta, y a la final el resultado termina siendo muy diferente al que está en el libreto (por lo general inclinándose hacia lo negativo). Esto es un hecho, y se puede ver día a día en casi todo: las cosas deben funcionar de una manera, pero funcionan de otra.

¿Por qué sucede esto? Para mí, todo es culpa de la gente, tan simple como eso. Cuando hablo de “la gente”, me refiero a nuestra forma de pensar. Ya tenemos tan metidos en la mente ese individualismo, ese ego tan poderoso que nos hace actuar en base a lo que es mejor para nosotros y no en base a lo que es mejor para otros. Hay excepciones, como todo en la vida, pero las excepciones son tan pocas que estas palidecen ante las no-excepciones. Esto está tan fuera de control que ya es algo normal, algo común, algo que aceptamos como parte de la naturaleza, y esto es triste, muy triste.


Volviendo al asunto de la policía, en la misma página del “Cuerpo de Policía Nacional Bolivariana” (http://cpnb.gob.ve/), se puede leer lo siguiente en la parte de reseña:

La Policía Nacional Bolivariana tiene como visión ser reconocida como un cuerpo moderno de proximidad, con estrategias para la búsqueda de soluciones pacíficas a los conflictos ciudadanos, caracterizado por sus buenas prácticas, integrada por un capital humano profesional de la más alta calidad. Dotada de una alta capacidad y flexibilidad para brindar resultados efectivos en los términos de Seguridad, defender los intereses nacionales y participar activamente en el desarrollo nacional.

Suena realmente bonito, ¿no? Ojalá todo fuera en la realidad ten agradable como el deber ser, pero lamentablemente no es así. Permítanme contarles lo que vi el año pasado:

Era mediodía aproximadamente, y me encontraba caminando por el complejo deportivo de mi ciudad. El estacionamiento del lugar lógicamente es enorme, y como no había vehículos estacionados a esas horas, se aprovechó dicho espacio para realizar los entrenamientos de los jóvenes que querían unirse a la PNB. Ahí se encontraba una gran cantidad de jóvenes uniformados, varios vehículos de policías, motos, etc., y por supuesto, los agentes de policía mayores, los veteranos, pues, quienes lógicamente serían los instructores de estos jóvenes entusiastas.

Lo primero que noté era la forma de hablar de muchos. ¿Cómo decirlo? Su manera de expresarse era algo inapropiada, usaban muchas expresiones que por lo general usan los delincuentes. Eso para empezar, luego estaban los instructores, es decir, los veteranos, quienes los insultaban y les mandaban a hacer cosas hablándoles haciendo resaltar su autoridad, su supuesta “supremacía”, ya saben, tratando a los jóvenes como si fueran inferiores. Eso me hizo pensar: “Si la idea es formar profesionales con buenos valores, y que sean ‘supuestamente’ diferentes a los viejos policías corruptos y malos que andan por ahí, ¿qué les cuesta dar el ejemplo?

Ese entrenamiento duró varios días, y prácticamente yo pasaba por ese estacionamiento todos los días, así que pude ver muy de cerca muchas de estas cosas que estoy contando. Aún así, uno de los hechos que recuerdo bastante bien, y que mostraba la “gran humildad” de estos superiores, fue uno de esos momentos cuando llegó la hora de almorzar. La logística tenía la comida de todos los que estaban en el entrenamiento, pero por lógica no era mucha (y presumo que tampoco era de la mejor calidad), pero ese no es el detalle. Recuerdo que uno de los superiores estaba con un plato de comida y preguntó si alguno de los presentes había quedado con hambre para darle esa comida que había sobrado. Uno de los jóvenes que estaba cerca levantó la mano. El policía le dijo que fuera a tomar el plato, y cuando el joven estaba cerca, el policía lo dejó caer y le dijo textualmente: “Rebúscate lambucio.” (“Lambucio” es un modismo venezolano usado por lo general para mencionar a una persona que come mucho.) Después de eso, el policía se acercó a sus compañeros riéndose y todos se comenzaron a reír y burlar del muchacho.

Todo eso me hizo llegar a una conclusión obvia: si el plan es preparar sangre nueva y entrenarla para que sean diferentes a la sangre vieja… ¿van a usar sangre vieja como guías? ¿Entonces dónde estará la diferencia? ¿Cómo cambiarán las cosas si la educación sigue estando corrompida? Así nunca se logrará un cambio. Cuando esos jóvenes sean policías, serán los mismos malandros que los malandros que supuestamente tienen que detener (e igual a los malandros quienes los entrenaron). ¿Cuándo cambiarán las cosas entonces con un sistema así de podrido? Pienso que esto no se trata de leyes, de hecho, las leyes no importan cuando ni siquiera quienes deben cumplirlas no lo hacen. Estamos prácticamente en una tierra de nadie, y eso es algo muy lamentable, porque a pesar de lo que muchos digan o piensen, siempre las cosas pueden ser peor.


Miren por ejemplo este vídeo que salió por ahí hace no mucho tiempo, ¿no es adorable?

"Go! Go! Go!"

Lo peor es que, bien, supuestamente ya los van a destituir y eso¿pero qué pasa con todos los que no fueron lo suficientemente idiotas para grabarse haciendo cosas como estas y andan haciendo esto (o cosas peores) por ahí? Claro, no todos los que forman parte de la PNB son así, y seguro muchos estarán haciendo las cosas bien pensando en los demás, pero con gente como las que mencioné, o la que se puede ver en el vídeo, ¿nos podemos sentir del todo seguros? Me han contado (y también me ha tocado ver) casos de gente que hace algunos meses estaban en tráfico de drogas, robando, y haciendo cosas ilegales, y que ahora forman parte de la PNB. ¿Será que se reformaron? ¿Algo así como todos los que se hacen religiosos de repente para "borrar" las cosas malas que hicieron en el pasado? Es para reflexionar, ¿no?

5/8/13

Reflexión: El choque contra la realidad.



Uno de los momentos más duros en la vida, es cuando ocurre un “choque contra la realidad”. Suelo usar este término para referirme al instante en el que la realidad nos alcanza y no es posible evitarla; es decir, cuando finalmente vemos una verdad, llegando a ese punto donde nos damos cuenta que anteriormente no estábamos viendo más que una versión disfrazada, falsa, errónea, equivocada, etc., de algo.

Todos hemos tenido alguna vez un “choque” de este tipo, algunos quizás con cosas sencillas, otros con cosas más fuertes… pero es difícil (considero más apropiada la palabra “imposible”) que una persona no haya pasado por un momento de estos… al menos que haya nacido aprendido y con conocimientos absolutos sobre todo, cosa que no considero posible, desde luego.


Hay tantas maneras en que una persona puede darse un golpe contra la realidad, pero a mi mente viene un simple ejemplo que ayudará a ilustrar un poco lo que les digo:

Una persona sufre una enfermedad severa, incurable, o que ya está en un nivel avanzado. El enfermo, así como sus familiares o amigos, piensan que cierto tratamiento especial puede curarlo, salvarlo, o mejorar su condición notablemente. Todos creen fielmente que el tratamiento servirá y lo ayudará, de hecho, lo creen tan fielmente que serían capaces de llegar a apostar todo lo que tienen a que así suceda. ¿Se pueden imaginar esa alegría que la persona enferma y sus familiares pueden sentir? Todos comienzan a sentir ese alivio, esa sensación de seguridad al creer que las cosas saldrán bien. Imagínenselos a todos luchando, esforzándose y cooperando juntos para superar en unión esta enfermedad; imagínense todo lo que pasó por la mente de estas personas (incluyendo obviamente al enfermo) una vez que la enfermedad hubiera sido curada con aquel tratamiento en el cual todos tenían sus esperanzas puestas… pero no, las cosas no salen como se esperan, el tratamiento no funcionó como se esperaba y el enfermo falleció.

En ese momento es cuando comienza a ocurrir el choque contra la realidad. Ahí es cuando nos damos cuenta que todas esas esperanzas que teníamos en la curación del enfermo no sirvieron de nada más que darnos un poco de alegría y algo en qué creer. Pero el proceso no es rápido y sencillo, todo lo contrario… y esa es la parte dura: la realidad nos golpea y nos dice: “Las cosas no siempre salen como uno quiere que salgan”, y aún así, muchos aún no aceptamos lo que sucedió, de hecho, no lo creemos… pensamos que es un sueño y que pronto despertaremos de él. Aún viviendo un momento duro como este, lo más seguro es que no nos afecte, duela o haga sentir mal… comienzan a surgir emociones que no deberían surgir, y hasta podemos reírnos de cualquier cosa. Ahí nuestros sentidos ya dejaron de estar en su lugar, porque el conflicto en nuestra mente aceptando y rechazando la realidad está llevándose a cabo, y no se detendrá tan fácil.

Dependiendo de la persona, este conflicto puede ser muy breve, o muy extenso. La pregunta que más vienen a nuestras mentes suele ser: “¿En realidad esto está pasando?”, pero no conseguimos una respuesta, aún sabiéndola. Nuestro cerebro se niega a aceptar lo que pasó, por lo general debido a toda esa fe y esperanzas que teníamos antes que ocurriera el hecho… y también porque todo pasó muy rápido. Pero como dije, cada persona asimila la realidad de una manera diferente, y mientras uno está aún pensando y buscando la respuesta a la pregunta de si lo que ocurrió es verdad o no, otros ya pudieron haberlo aceptado. Es ahí cuando vemos la tristeza, el dolor, la desesperación y el sufrimiento de los que ya chocaron contra la realidad que nosotros aún no terminamos de aceptar… pero aún así, aún viendo eso, puede que todavía no terminemos de chocar. Pasa el tiempo, que pueden ser minutos, horas, días, o más, y aún no creemos lo sucedido, aún no chocamos… pero en el fondo sabemos que es algo que más temprano que tarde ocurrirá.

Observamos a las demás personas, y vemos que muchos están aceptando las cosas, y nosotros comenzamos a darnos cuenta que no es un sueño o una ilusión lo que estamos viviendo, pero no terminamos de aceptarlo, una parte de nosotros aún se niega. Ya las bromas o las risas que podían salir antes, no son iguales… la gracia de muchas cosas comienza a perderse, y sentimos con el pasar del tiempo una sensación incómoda que no podemos describir, un sentimiento extraño. Comenzamos a ponernos un poco serios, no queremos estar cerca de los demás, nos alejamos y pensamos en lo que está pasando, ahora sin humor, sin tanta negación… ya estamos cerca, mucho más de lo que creemos.

El momento llegó. Nos damos cuenta que no es irreal lo que está sucediendo, y lo aceptamos, muy lentamente, pero lo aceptamos. Ahora comprendemos lo que sienten los demás, sabemos lo que pasa por sus mentes. Se rompe ese “límite” que teníamos, y ya nada lo puede detener… La realidad finalmente llega a nosotros. Comienza a sentirse la tristeza, el dolor, la desesperación y el sufrimiento que estuvimos viendo desde el comienzo, pero que no podíamos comprender. La confusión desapareció por completo, y comprendemos lo que pasó. Atacan los recuerdos, recuerdos quizás de toda una vida, recuerdos que creíamos perdidos, muchos de esos aparecen en este momento… pero los recuerdos que más nos llegan a la mente son de esos momentos en los cuales pensábamos que todas las cosas iban a salir bien, que íbamos a tener más tiempo para compartir con esa persona por la cual ahora todos están tristes. Entonces es cuando surge otra pregunta en nuestras cabezas: “¿Por qué?”, y esa, esa es una pregunta no se irá pronto, y lo peor de todo, es que nunca tendrá una respuesta. Aquí, en este punto, en este momento, y sin habernos dado cuenta, es que finalmente chocamos contra la realidad.


A la final creo que me inspiré más escribiendo esa historia que comentando mis opiniones con respecto al tema, de hecho, perdí completamente el “rumbo” de lo que pensaba transmitir con este tema… pero aún así estoy seguro que muchos se sentirán identificados con lo que escribí anteriormente y podrán sacar algún provecho de eso. ¿Cuál es el mensaje final? No lo se, esto es una simple reflexión… aunque más que eso, son recuerdos míos muy íntimos.

Lo único que puedo decirles, es que muchas personas prefieren quedarse encerradas en sus ilusiones, en lugar de ver las cosas como son. Yo lo he hecho muchas veces, y en muchas ocasiones me he arrepentido de eso. Tener una falsa sensación de seguridad evitando abrir los ojos, es algo placentero al principio, pero mientras más tiempo estemos escondiéndonos de la realidad, el impacto contra ella una vez que nos alcance será mucho más grande. No es fácil abrir los ojos, y mucho más si sabemos que al hacerlo seremos dañados, pero en muchos casos deberíamos buscar hacerlo, será mucho mejor. No hay una fórmula, técnica, o manera para hacerlo más fácil o rápido, eso dependerá de nosotros mismos...

Gracias a los que se tomaron un tiempo para leer estos párrafos que quizás para muchos no tenga mucho sentido, a pesar de tratarse de una historia real...

11/4/13

Discriminación Política II



Hace unos cuantos días escribí una entrada dando mi opinión personal con respecto a la discriminación política en nuestro país. Como mencioné en mi entrada anterior, este es un tema amplio, demasiado amplio, tan amplio que si quisiera tocarlo por completo, no podría saber cuántas entradas más necesitaría; sin embargo, intentaré concluirla aquí… aunque no descarto la posibilidad de escribir otra(s) entrada(s) con respecto al tema, o al menos con temas relacionados.

Pues bien, ya mencioné antes que todo este asunto de la discriminación está íntimamente relacionado con otros problemas y/o males sociales que no pueden bajo ningún motivo ser pasados por alto, entre ellos incluí: el racismo, el sexismo, los prejuicios, la intolerancia, entre otros. A eso se le puede añadir: la exclusión, la prepotencia, el clasismo, etc.

Hace poco estuve conversando con un primo sobre el tema de la discriminación política. La charla fue bastante grata, ya que concluimos en que había un serio problema en la mente, o mejor dicho, en la cultura (o educación) del venezolano… aunque esto puede aplicar perfectamente para personas de casi cualquier nacionalidad; pero centrándonos aquí, ¿cuál es ese problema? El venezolano se cree muchísimo más de lo que en realidad es. Y no, no estoy menospreciando a los venezolanos, o diciendo que somos inferiores; me refiero a que muchísimas personas (en su gran mayoría, los sectores enfermos de la oposición) sienten que pertenecen a eso que denominé en mi entrada pasada como “raza superior”. Esto hace que todo lo que provenga del lado contrario, es decir, los que apoyan al gobierno, sea automáticamente malo, negativo, inferior, defectuoso, etc., en algunos casos siendo considerado por ellos: basura o porquería, y esas dos son palabras muy básicas para todas las maravillas que he leído y escuchado.

Sí, se que los que estén leyendo esto se estarán diciendo: “Ajá, ¿y los que apoyan al gobierno qué? Ellos no son la máxima representación del amor, la tolerancia, y todo eso que criticas.” Y es verdad, tienen razón, por eso hablo de la mente del venezolano. He visto muchísimo a personas llamadas “oficialistas” que consideran a los opositores tal y como mencioné hace pocas líneas, y hasta peor, pero personalmente nunca he visto que caigan en algo que considero uno de los principales cánceres de nuestra sociedad, y el que más me molesta: el racismo. Eso es algo que me molesta, pero a la vez me entristece mucho, porque lo considero un pensamiento retrógrado y enfermo, pero es algo que está sembrado en el corazón de muchísimas personas desde hace muchísimo tiempo… y sí, a pesar de que algunos digan que aquí eso ya no existe, no es verdad. (¡Cuantas críticas racistas no leí hacia la selección de Ghana en el mundial de fútbol pasado! Y sí, se que no tiene nada que ver con la política, pero tiene mucho que ver con el racismo en Venezuela.)

Volviendo al tema principal, si a la discriminación por preferencia política (o por ideología distinta) le agregamos el del racismo, tendremos fácilmente una de las combinaciones más asquerosas que pueda existir, al menos para mí, y sé que para muchos también. Un ejemplo claro, reciente y muy real de lo que digo, es el caso de Aristóbulo Istúriz, ex-Alcalde de uno de los municipios de Caracas, ex-Ministro de Educación, Cultura y Deportes, ex-Vicepresidente de la Asamblea Nacional, y ahora, en la actualidad, Gobernador de mi estado: Anzoátegui. Él es un hombre de larga trayectoria política, ahora díganme, ¿creen ustedes que las personas quienes lo criticaron (y aún critican), lo hicieron por alguna mala gestión, o aspectos negativos de sus actividades políticas pasadas? No. Lo critican por su color, única y exclusivamente por su color… llamándolo desde mono o gorila, hasta negro de [M], entre otras cosas… y no, no es por cariño. Si Aristóbulo fuera un político de la oposición, en lugar de estar a favor del gobierno, nadie lo atacaría tanto como lo han hecho hasta ahora.


    
 
 Échenle un vistazo a estas dos imágenes. Y eso no es nada comparado con todo lo que pueden encontrar.



Lindos comentarios, ¿no? Pero claro, esto apenas es la punta del iceberg, como se suele decir. Si estos enfermos (que hoy en día abundan, más que todo en las redes sociales) tienen esa manera de pensar y se expresan así con tanta tranquilidad y sin ningún tipo de remordimientos o escrúpulos con respecto a un Gobernador (ni se diga de lo que decían a diario de Hugo Chávez, ex-Presidente de nuestro país, fallecido recientemente), ¿qué no dirán de cualquier persona común y corriente? ¿Qué no dirán de las personas que viven en los barrios, de pocos recursos, los que no tienen el “lujo” de ser de piel clara, o de ojos azules, o como dicen: de real (dinero)?

No es precisamente en Venezuela, pero creo que el mensaje se entiende perfectamente.



Con esto último, caemos en otro de esos cánceres que mencioné antes: el clasismo. El clasismo es casi lo mismo que el racismo, pero sin tomar en cuenta el color, sino la clase social. Me atrevería a decir que en muchos casos, esto podría ser peor que el racismo mismo, ya que aquí simplemente se discriminan a todas las personas que formen parte de un grupo, o clase social (como ya mencioné). Para mí, es el segundo mal social que más me molesta, y sus características podría decirse que son las mismas que las del racismo. Me gustaría describir el clasismo, pero siento que redundaría con todo lo que opiné con respecto al racismo, a fin de cuentas, todos estos cánceres comparten algunos, o todos, los factores en común: intolerancia, irrespeto y complejos de superioridad. Sin embargo, todo eso tiene su origen: falta de educación.

Si la educación fuera la adecuada, estos males no existirían (o al menos irían disminuyendo notablemente con el paso del tiempo), pero nuestra cultura está demasiado dañada… han sido años, décadas, siglos, de daños psicológicos que hemos estado sufriendo, y a algunas personas simplemente no les interesa buscar corregir esto, sino que siguen viviendo en su mundo de odio e ignorancia, algunos incluso con orgullo. Ya lo dije en mi entrada pasada, gran parte del problema, y muchos no se dan cuenta aún, son los medios de comunicación, esos que deberían tener como propósito entretener, informar y educar, así como transmitir valores y buenos mensajes, pero no, en su lugar solo difunde desinformación, antivalores y estimular el consumismo… pero eso ya lo dejaré para una próxima entrada. Lo importante es que la educación debe darse en casa, es el lugar donde nacen los buenos valores, principios, y se forman las personas de bien, de esta manera, podremos lograr ese cambio cultural que es tan necesario y vital para que en el futuro nuestros hijos y nietos no vivan en un mundo tan podrido como en el que estamos. Quizás sueño con una utopía imposible de conseguir, pero estoy seguro que no soy el único quien espera y desea que sea real un mundo así.


¡La clave de todo está en la reflexión!

Hablando de Aristóbulo, encontré un vídeo que prácticamente resume gran parte de esta entrada.


Hubo muchos detalles que no incluí, pero lo pienso dejar para la entrada que publicaré el sábado o el domingo con respecto a la elecciones presidenciales.

¡Gracias por tomarte el tiempo de leerme!